Mientras que muchos enzimas contienen aminoácidos de gran peso molecular, suficientes por sí mismos para ejercer su actividad catalítica, otros necesitan la presencia de co-factores orgánicos e inorgánicos, entre los cuales se hallan algunos oligoelementos. Esta clase de enzimas son, además, muy específicos, incapaces de generar reacciones generales y solamente pueden actuar, catalizar, respecto a un sustrato homólogo.
Los oligoelementos, como iones inorgánicos que son, forman parte como co-factores de numerosos enzimas (denominándose metaloenzimas), o si no es así facilitan su acción, como una llave facilita la entrada.
Por eso es muy difícil clarificar cuál es el modo de acción de los oligoelementos y solamente podemos emplearlos de manera empírica, algo que la medicina natural viene haciendo con éxito durante milenios. Sabemos que hay algunos que ejercen su función como elementos metálicos unidos a una proteína, mientras que otros son simples enlaces entre el enzima y el sustrato, permitiendo la reacción. Algunos, los menos estudiados, se comportan como si fueran conductores o imanes electrónicos, lo que facilita una interesante labor oxidoreductora.
Podemos considerar un oligoelemento como un mineral cuya presencia en el organismo es igual o inferior al 0,01% del peso seco del cuerpo humano, aunque como esto no explica su papel en el mantenimiento de la vida es necesario establecer una diferencia entre los oligoelementos esenciales y los no esenciales.
Un oligoelemento esencial sería, por tanto, aquel que está presente de manera continuada en un organismo vivo y cuya presencia conduce o es imprescindible para el restablecimiento de la salud. También hay que incluir como esencial aquel o aquellos cuya presencia es necesaria para prevenir enfermedades o evitar la predisposición a padecerlas. Además, un oligoelemento debe de ser capaz de actuar o promover acciones catalíticas no solamente cuando existe carencia de él, sino incluso cuando hay suficiente cantidad en el organismo.
Este dato es similar al de las vitaminas. Muchos profesionales las consideran solamente como nutrientes que hay que aportar a la dieta para que no existan carencias y por tanto solamente las emplean en las enfermedades carenciales, mientras que otros, aún cuando no existan carencias, utilizan dosis adicionales para producir efectos beneficiosos.
La administración de los oligoelementos se puede hacer en forma de ampollas bebibles, cápsulas o gránulos una vez por día, aunque como veremos a continuación en los casos agudos se podrán administrar sin peligro alguno cada hora. En el caso de emplear vahos oligoelementos es mejor no darlos mezclados y espaciarlos entre sí al menos media hora, aunque no es una norma que sea totalmente imprescindible. Lo que sí es necesario es darlos una hora antes de las comidas o dos horas después.
La presentación en ampollas se da en solución isotónica de glucosa en alcohol de 15°, y en cápsulas con lactosa de disgregación entérica. La dilución media es a la 4CH.
Las cinco diátesis básicas son:
- Alérgica o artrítica (Manganeso).
- Hipoesténica (Manganeso-Cobre).
- Distónica (Manganeso-Cobalto).
- Anérgica (Cobre-oro-plata)
- Desadaptación (Zinc-niquel-cobalto)
La palabra diátesis significa predisposición mórbida a padecer determinas enfermedades, quizá por motivos hereditarios. Sin embargo, esto solamente es una explicación incompleta de la palabra y habría que añadir que también existe un “terreno” favorable o desfavorable para padecer enfermedades.
Ello no quiere decir que no podamos actuar sobre las características heredadas, ya que si bien existe por esta causa una tendencia a padecer determinadas enfermedades si modificamos el terreno impediremos su desarrollo. Así, existen dos diátesis que podemos considerar adquiridas y otras dos que son la consecuencia de la evolución y el crecimiento, siendo estas últimas las que terminan condicionando nuestra salud. La diátesis quinta, la de desadaptación, sería la incapacidad del individuo para adaptarse a las circunstancias adversas, al menos sin ayuda.