Ya sabemos que los complementos más beneficiosos generalmente son los naturales. Como es implícito, el cuerpo a veces rechaza mediante náuseas y vómitos, especialmente cuando se ingieren con el estómago vacío, aquellos compuestos que no son adecuados o que pueden ser peligrosos. Esto ocurre también con los complementos farmacéuticos que llevan hierro o vitaminas, pues el cuerpo no los reconoce como nutrientes.
Las algas son una fuente de comida natural rica en nutrientes que el cuerpo puede absorber y usar inmediatamente, lo que se denomina como biodisponibilidad. Los minerales de las algas son perfectamente metabolizados puesto que están unidos a los aminoácidos, un fenómeno conocido como quelación. Las algas suelen contener casi un 65% de proteínas, y en ellas están al menos los 8 aminoácidos esenciales, más otros 10 aminoácidos no esenciales.
Por comparación, el huevo contiene un 45% de proteínas, la levadura de cerveza 45%, la soja 40%, y la leche desnatada 35%.
Sin embargo, la proteína es una macronutriente (se necesita en grandes cantidades) y las algas pueden ser difíciles de cocinar para muchas personas y no es habitual que se acepte su sabor en grandes cantidades, aunque no existen problemas para emplearlas como condimento. Por ello es mejor pensar en ellas como un aporte adecuado de micronutrientes, especialmente de minerales o vitaminas. Las algas también son una fuente importante de antioxidantes pues contienen dosis altas de vitaminas C, complejo de B, y E que evitan el daño de los radicales libres. La mayoría contienen manganeso y cobre, selenio, sulfo-glicolípidos y polisacáridos, nutrientes todos que están siendo objetos de un gran interés para el tratamiento de varias enfermedades. Gramo por gramo, las algas son más ricas en calcio que cualquier otra comida y hay que tener presente que se consideran como completos de la comida, no algo que la reemplaza.
También son una fuente de cinc, un co-factor esencial en más de 100 enzimas, y un mineral imprescindible en reacciones enzimáticas antioxidantes.