En los últimos años hemos asistido a una guerra bien orquestada contra los sanadores y curanderos por parte de personas que alegaban que la supuesta energía de las manos no existe.
Dicen que no hay ninguna prueba científica de que algo emane de las manos de esas personas y que por tanto sus curaciones son falsas y producto de alucinaciones paranoicas. El Estado ha asumido rápidamente estas conclusiones y frecuentemente trata de instruir a la colectividad para que no acuda a ninguno de estos sanadores.
Sin embargo, otras experiencias menos interesadas y más imparciales han demostrado que el cuerpo es un organismo con gran carga electromagnética, lleno de diferentes tipos de energía y con unas características únicas, aunque difíciles de medir con instrumentos normales. Estas evidencias no han llegado a los medios de comunicación con la misma facilidad que las negativas y por eso no son del dominio del público.
No es fácil romper un tabú, aunque es muy fácil crearlo. Si la gente ha sido aleccionada negativamente contra los sanadores y la imposición de manos, ni siquiera querrá escuchar o leer los informes positivos sobre este tipo de personas, ignorando así resultados terapéuticos exitosos.
Incluso los resultados espectaculares narrados por los enfermos curados no sirven para otra cosa que la burla, mencionándose solamente en la prensa los fracasos, apartando deliberadamente en el mismo informe los miles de triunfos.