Bach preparó sus remedios tomando las cabezas de las flores y poniéndolas en la superficie del agua en un cuenco de vidrio.
Estas permanecerían allí durante tres horas, absorberían la luz del sol y transferirían parte de su fuerza vital al agua. El agua se embotella entonces con una cantidad pequeña de alcohol agregada como conservante. En el caso de flores que crecen en los árboles, se hervirían suavemente durante 30 minutos y entonces se embotellarían de modo similar.