Se trata de un proceso maligno degenerativo que crece de forma independiente al resto de los tejidos y mucho más aprisa que las células normales, llegando a invadir los tejidos locales, primero, y posteriormente el resto del cuerpo, quizá por disponer de un metabolismo independiente.
Mientras que no exista un tratamiento mágico y definitivo para el cáncer, la Medicina Natural posee algunos tratamientos no tóxicos que mejoran al enfermo y que pueden unirse a los habituales de la Medicina Ortodoxa.
No hay una causa reconocida, ni un mismo tipo cáncer y ni siquiera una respuesta igual para cada individuo que lo padece.
Lo mismo que la medicina oficial puede fracasar, también ocurre con la medicina natural y no es posible asegurar a un enfermo que alguno de los tratamientos actuales sea infalible en su caso.
El cáncer es el responsable en la actualidad del 20% de las muertes y sigue en un aumento preocupante, quizá también porque las personas vivimos más ahora y podemos desarrollar con más facilidad esas enfermedades. La incidencia de mortandad se duplica cada 5 años a partir de los 25 años de edad, aunque hay algunos casos que se desarrollan entre los 60 y los 80 años, como los de próstata, colon y estómago.
Entre las causas que se barajan como más probables para desarrollar un cáncer son: Radiaciones ultravioletas prolongadas, producidas sobre todo por los rayos del sol.
Radiaciones por pérdida de la capa protectora del ozono o aumento de la cantidad de iones positivos en el ambiente.
Uso de aislantes térmicos, como el amianto.
Cables de alta tensión próximos a la vivienda.
Estrés psíquico intenso o prolongado.
El abuso de pesticidas en las cosechas, algunos con arsénico.
Algunos conservantes alimentarios. En este caso no existe dosis máxima ni mínima, pues su toxicidad depende de la frecuencia en el consumo, enfermedades coincidentes, predisposición genética, país de residencia o tensiones emocionales.
Bebidas alcohólicas y uso de tabaco o drogas.
Disolventes orgánicos presentes en el hogar, incluso en los jabones de cosmética o de ropa.
El cloruro de vinilo y muchos otros plásticos, entre ellos el PVC.
Las cintas de las máquinas de escribir, las fotocopiadoras, el tóner de las impresoras, los adhesivos para las moquetas, los antipolillas, los detergentes de las tintorerías.
Se sospecha que algunos fármacos también inducen cáncer, aunque no existen estudios concretos hasta después de muchos años de uso.
La tristeza, las depresiones y los conflictos emocionales intensos o continuados. También hay informes sin confirmar, sobre la falta de relaciones sexuales frecuentes.
Una alimentación vegetariana, baja en calorías y rica en antioxidantes, siempre ayuda a mejorar el estado general y disminuir la evolución de la enfermedad. Un ayuno a la semana, y una semi-dieta basada en vegetales y frutas, puede ser recomendable.
Es mejor comer poco varias veces al día, que las clásicas tres grandes comidas. Diariamente deberemos tomar una ensalada rica en antioxidantes a base de remolacha roja, apio y zanahoria, para impedir la formación de radicales libres.
El mijo, la melaza, los productos lácteos acidificados (yogurt, kéfir), son también importantes.
Los cereales integrales deben constituir la base de la alimentación y se suprimirán las carnes y los huevos, así como cualquier exceso de proteínas. Los berros, las alcachofas y la alfalfa, también son otros alimentos a incluir en la dieta.
Muchas son las hierbas que se han probado con más o menos éxito contra el cáncer. El fracaso o el éxito del tratamiento dependen esencialmente de lo precoz que sea. Las plantas medicinales se pueden y se deberían utilizar junto con los medicamentos, consiguiendo así una mejor eficacia por la terapia conjunta.
La hierba por excelencia es el Muérdago, sobre todo su extracto, el cual se ha utilizado con éxito en numerosos países de habla hispana. En algunos hospitales se administra inyectada directamente en el mismo tumor.
La Consuelda se utilizará en los tumores superficiales de piel, así como la Celidonia, pero nunca se administrarán oralmente.
Otras plantas de reconocida acción anticancerosa son: Cola de caballo, Capuchina, Bolsa de pastor (sobre todo cuando coexistan hemorragias) y las esencias de Ciprés y Clavo. En los tumores de mama se ha demostrado como muy efectiva la aplicación local de Vellorita, o el aceite de Onagra.
Cuando se sospeche que el cáncer ha sido originado por un conflicto emocional intenso, se recomiendan dosis continuadas de Hipericón.
Para reforzar el sistema inmunitario se aplicarán de manera sistemática el Própolis.
Se administrarán con preferencia las vitaminas A, C y E en dosis altas. También son útiles la lecitina, las vitaminas B15 y B17, y también la B6, PP, PABA y cualquier compuesto a base de ácidos grasos.
Otras medidas importantes son la inmersión en agua caliente arcillosa, durante media hora, pero bebiendo líquidos en abundancia. El extracto de timo, un ligero ejercicio físico, la visualización (el enfermo se imagina a sí mismo curándose) y por supuesto el no aislamiento físico ni psicológico, son complementos necesarios. En los casos más graves, la familia o un psicólogo pueden proporcionar más bienestar al enfermo que cualquier medicación.
Puesto que la Homeopatía necesita para ser eficaz de un sistema inmunitario en buen estado, no se conocen aplicaciones eficaces en el tratamiento de esta enfermedad. En personas jóvenes se actuará sobre la sintomatología.
Cobre-oro-plata, en tumores localizados.
Los oligoelementos a utilizar continuamente, alternándolos entre sí, son el selenio, el cromo y el magnesio. El Germanio también parece ser tiene acciones muy benéficas.
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