En el tejido cutáneo, la piel
Hace aflorar la sangre a la piel y con ello mejora su oxigenación y nutrición. Si es vigoroso contribuirá a eliminar las células muertas y con cremas adecuadas haremos una limpieza profunda. En resumen, purifica, limpia y nutre a la piel.
También se ha constatado un aumento en la captación de la luz ultravioleta y con ello un mejor aprovechamiento de la vitamina D, así como una dilatación de los poros que permite respirar mejor y así traducirse en un efecto cosmético muy intenso.
Un poco más en profundidad, en el tejido subcutáneo, se produce una estimulación del tejido linfático, aunque la técnica debe ser mucho más precisa.
Tejido nervioso
Estimula las terminaciones nerviosas y se recupera el sentido del tacto atrofiado. El masaje proporciona una sedación cuando hay excitación y un estímulo cuando existe adormecimiento, por lo que podemos considerarlo como un regulador. El efecto es especialmente importante en aquellas zonas que poseen muchas terminaciones nerviosas, como la cara, las manos y las plantas de los pies, así como en la columna vertebral. En esta zona el efecto es mucho más intenso, ya que habitualmente no podemos darnos masajes en ella, a no ser que contemos con la ayuda de una persona.
Para conseguir que el efecto sea en uno u otro sentido, excitante o relajante, solamente debemos variar el ritmo de aplicación. Aunque parezca mentira, cualquier manipulación sobre los nervios sensitivos que están en la piel influirá en todo nuestro organismo.
Especial interés tiene el tratamiento de las neuralgias, los espasmos musculares, el insomnio, la tensión o la ansiedad, así como la frialdad crónica.
Tejido muscular
Es el efecto más buscado y el más apreciado. No solamente mejora la fatiga de una manera espectacular sino que favorece la contracción y distensión de los músculos, tendones y ligamentos. Hay una disminución del estrés y por tanto menos predisposición al infarto, mejor oxigenación de los músculos que ven aumentada la captación de oxígeno, eliminación de sustancias de desecho acumuladas en ellos por la acción de amasamiento y fricción, así como una mejor capacidad respiratoria al liberar los músculos del tórax y diafragmáticos de contracciones y toxinas.
Sistema digestivo
Hay indudablemente una mejora en las funciones digestivas gracias a un aumento del peristaltismo y la mejor circulación sanguínea a nivel hepático. Este efecto no se nota solamente cuando damos masaje directo en la zona abdominal, sino cuando actuamos sobre las innumerables zonas reflejas situadas en las manos y los pies. Por ello un masaje no será completo si olvidamos las extremidades.
Las enfermedades que más se benefician son la aerofagia, las malas digestiones por problemas nerviosos, la falta de apetito, las estenosis pilóricas, el estreñimiento, las úlceras duodenales y el colon irritable.
Circulación sanguínea
El aumento en la cantidad y velocidad de la sangre es algo que se nota inmediatamente. Al mismo tiempo hay una mejor eliminación del bióxido de carbono y una mejor captación del oxígeno. Esto facilita además el recambio hormonal, la movilización de los líquidos intersticiales, la posible liberación de pequeños trombos o acumulaciones de colesterol y un aumento en la elasticidad de la pared venosa.
Podemos mejorar los edemas, las congestiones de los vasos linfáticos, la mala circulación de retorno y con ello las várices.
Sistema articular
Con las manipulaciones adecuadas liberamos las articulaciones anquilosadas, quitamos calcificaciones, estimulamos la producción de líquido sinovial y restablecemos su movilidad total. Podemos mejorar afecciones como contracciones musculares, atrofias, tendinitis, adherencias postoperatorias, dolores de origen articular, así como lumbalgias, ciática y algunos esguinces.
También tienen especial interés en casos de artrosis, tortícolis y desviaciones de columna en la infancia.
Acción sobre el psiquismo
Nadie duda ya a estas alturas que después de una sesión de masaje las personas salen calmadas y con una gran paz interior, aunque por desgracia el efecto es muy pasajero.
Aunque el contacto corporal apenas existe ya entre personas, salvo en la aproximación sexual, el hecho de que otra persona nos pueda tocar sin reparos cualquier zona corporal, algunas de las cuales solamente las tocó nuestra madre cuando éramos niños, nos hace ser algo más sociables y menos agresivos.
Sería como volver a revivirlas caricias de nuestros padres.
Su efecto psicológico se traduce en un aumento en la coordinación y por ello mayor habilidad manual, mejor orientación en el espacio, una mejor aptitud para la supervivencia, el despertar de zonas corporales que antes ni siquiera percibíamos que existían y con ello una mejor utilización del cuerpo. También hay una mejor relación social con personas que ya no tienen nuestra edad, sean mayores o niños, facilidad para los intercambios sociales, y un aumento de la percepción y la conciencia.
En resumen, el masaje nos puede proporcionar una mejor capacidad afectiva, plenitud y mayor sensibilidad hacia la capacidad interior de las personas, sin dejarnos influir tanto por